Por qué comer alimento vivo

Oct 17, 2023

Las redes sociales nos bombardean con tantas tendencias y palabras relacionadas con alimentación saludable, que es difícil no solo seguirles la pista, sino realmente entender a qué se refieren. Si hay algo en lo que coinciden todas las dietas de moda, que ya de por sí son muchas, es en la importancia de incorporar a nuestra alimentación las verduras de la mejor calidad posible. Claro, eso ya lo sabíamos, pero… ¿qué significa?

Aparte de las verduras convencionales que compramos en el mercado, escuchamos que las hay orgánicas, otras son agroecológicas, y alguna que otra dice ser biodinámica o hidropónica. Además, en el supermercado encontramos verduras con el sello que lee “nonGMO” o “USDA Organic”. Luego vemos que los huevos son “orgánicos”, “de libre pastoreo”,  “de pastoreo racional”, “de rancho”, “libres de jaula”, “sin antibióticos”, “sin soya ni maíz”, incluso hay “de dieta vegetariana”. ¿Y si te digo que mis gallinas comen algas kelp?… 

Lo que sí nos queda claro, independientemente de la palabra que las decora, es que las verduras son buenas para nuestra salud. Pero…. ¿por qué?

Dejando a un lado las verduras que fueron cultivadas de manera convencional, podemos decir que el resto es alimento vivo. En general, si escogemos verduras crecidas bajo enfoques agroecológicos, orgánicos o biodinámicos, vamos a estar consumiendo verduras de mayor calidad. En este libro me referiré como alimento vivo a verduras cultivadas bajo cualquiera de esos enfoques y, aún mejor, ¡a las verduras que crecerán en el huerto de tu casa!

Cultivar alimento vivo no es tan fácil. De hecho, ¡cultivar cualquier tipo de alimento no es nada fácil! Creeme, he estado ahí. Todos los agricultores en el mundo, pequeños y grandes, convencionales o no, se enfrentan a muchos retos todos los días. Lo impredecible del clima: “que si no ha llovido, que si llovió mucho, que si la granizada parecía una lluvia de pelotas de tenis, que si cayó una helada, peor aún: que cayó una helada negra”… ¡imagínate en los lugares en los que cae nieve! La aparición de nuevas y resistentes plagas; el costo de la mano de obra, de la tecnología y demás insumos; los precios y la demanda en el mercado… son algunos de los desafíos que los ponen a prueba mientras los agricultores tratan de ganarse la vida.

Comer alimento vivo  me ha llenado de vida, y te prometo que a ti también. Te cuento por qué:

Para empezar, en su mayoría, se trata de verduras de temporada, lo cual significa que las plantas crecieron en el clima que mejor les permite crecer. Esto las hace tener más nutrientes, además de que huelen delicioso y tienen el mejor sabor que te puedas imaginar. ¡Pocas cosas como morder un jitomate rojo y jugoso en el calor de mayo!

Si las verduras son locales o se cultivaron cerca de nosotros, habrá pasado poco tiempo desde el momento en que las cosecharon, por lo que no habrán pasado por un proceso de oxidación, y por lo tanto, no habrán disminuido sus nutrientes. Estás pensando bien: cuando partes una manzana y se oxida porque la olvidaste en la mesa, ya perdió todavía más nutrientes. Tampoco habrán requerido ser cubiertas por químicos que permitan un mayor tiempo de conservación, pues no tuvieron que viajar muy lejos para llegar a tí. Sí, estamos hablando de esa cera que hace que tu manzana granny smith brille como la bola de la discoteca. Conclusión: no olvides tu manzana partida, ni compres granny smith y menos en enero, que no es temporada.

Pero volvamos a las verduras. Queremos verduras que tengan un bajo o nulo rastro de agroquímicos, (o sea, cochinadas) dependiendo del enfoque en que fueron producidas. Los insecticidas, herbicidas, fungicidas y fertilizantes sintéticos llegan a quedarse en las verduras para luego entrar a nuestro cuerpo, contribuyendo al sinfín de enfermedades que vemos hoy en día.

No siempre podemos conseguir que todas nuestras verduras estén libres de agroquímicos. Nos podemos apoyar en la lista de “dirty 12 and clean 15”, la cual nos indica las verduras y frutas más y menos contaminadas:

  • 2022 Dirty 12: espinacas, kale, pimientos, apio, jitomates, fresas, necatarinas, manzanas (si aún tenías ganas de tu granny smith, ya tienes otra razón para no comprarla), uvas, cerezas, duraznos y peras.
  • 2022 Clean 15: elote, cebolla, espárragos, col, champiñones, brócoli, camote, aguacate, piña, papaya, melón, melón verde, kiwi, mango y sandía. (Aquí termina cualquier referencia a una fruta).

Esta lista se actualiza cada año, y aunque corresponde a estudios hechos en Estados Unidos, nos sirve para saber a cuáles verduras hay que buscarles una alternativa de mayor calidad. Te recomiendo que consumas las verduras enlistadas como Dirty 12 sólo si apruebas de dónde vienen y cómo fueron cultivadas, ya sea comprándolas o mejor aún,  ¡sembrándolas en tu casa! Y si sufres de la misma intensidad que yo, no te preocupes cuando te comes algo de la lista de los Clean 15. Tampoco te preocupes si te comes una de los Dirty 12: no sirve de nada. Creéme, he estado ahí.

En general, el contenido nutricional del alimento vivo es mayor que el de las verduras crecidas de manera convencional. O sea: más vitaminas, minerales, proteínas, enzimas y micronutrientes para tu cuerpo.  Esto te va  a permitir echarle batalla a la próxima variante del COVID, y a tus nietos cuando tengas 90 años.

Nuestro cuerpo no es el único beneficiado. Al consumir alimento vivo, estamos contribuyendo a la conservación del medio ambiente. Las prácticas que lo cultivan aportan al secuestro de carbono, evitan que se contaminen el agua y el suelo,  revierten el cambio climático, y ayudan a todas esas cosas lindas a las que aspiramos como ciudadanos.

Las decisiones que tomamos alrededor de la comida tienen un gran impacto. Primero y principalmente, tienen el poder de transformar nuestra salud y bienestar. Más allá, afectan en un sinfín de maneras a nuestra sociedad y al mundo en el que vivimos.  Como decía Hipócrates: “Que el alimento sea tu medicina”. Para mí, de verdad que el alimento vivo ha sido la mejor medicina, espero que para tí también lo sea.

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